SABOR AMARGO
Entonces… en el silencio, tu recuerdo
llama a mi puerta; entra sin permiso,
se sienta cómodo en el sillón de la sala,
me sumerge en su verde oscuro mirar
sin decir una palabra, espera paciente…
Entre él y yo no hacen falta las palabras,
conversamos solo con las miradas,
no necesitamos más… Esta aquí, conmigo
escapado de ti, sin tu permiso, viene
de vez en cuando a visitarme, a mimarme,
a acortar la distancia y detener el tiempo,
a regalarme esa compañía que tu me niegas,
a brindarme un poco de ti, apenas algo…
apenas un poco del ayer que no se va
que vive en mí, que con mí latir aun late,
aunque por momentos, haga esfuerzos
e intente enterrarte en el frío olvido.
A veces solo nos dedicamos a recordar
los “buenos tiempos”, nuestros momentos.
Otras jugamos a que el no es el; eres tu
que vienes a buscarme y estas acá
y me abrazas y me besas y me hablas
y tenemos proyectos y nos amamos…
y el ayer es presente y nos reímos
como se ríen los enamorados, zonzamente,
la felicidad pone un poco boba a la gente.
Y me quedo dormida entre tus brazos
y tu recuerdo guarda por mi sueño
y me besa en los labios, acomoda mi cabello
acaricia mi rostro, con el dorso de tu mano
y me dice una mil veces que me ama
y no quiero abrir los ojos, me encanta escucharlo.
Nunca lo encuentro por la mañana,
como vos, se va bien temprano al trabajo.
Nunca puedo despedirlo, por quedarme
dormida entre sus brazos, junto a tu cuerpo;
será por eso que en el alma me queda
como un dolor, una pena, un sabor amargo.
Alfonsina Pais
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